sábado, 14 de junio de 2014

MARATON LOS 10.000 DEL SOPLAO

Recuerdo cuando comenzaba en esto del running, hará unos 3 años, apenas llegaba a hacer 5 kilómetros con gran esfuerzo, poco a poco fui ganando resistencia e incrementando la distancia, hasta que llegué a completar una media maratón. Por aquel entonces no sabía si sería capaz, pero Eduardo y Fernando, mis referentes en aquella época  me aseguraban que si.
Hace poco más de un año, un compañero del trabajo me hablaba de las carreras de montaña, o trail running para los sajones, y desde entonces no volví a pisar el asfalto. Daba un paso más, haciendo tiradas de hasta 32 kilómetros. Con esas cifras llegaba realmente reventado a meta, e ir más allá o incluso plantearme una maratón sonaba a locura, algo imposible.
Pero no hay nada imposible, lo imposible es tan solo una mentira que está esperando a ser liberada por la verdad. Y os preguntaréis, a qué viene todo esto?

Era un viernes, 23 de mayo de 2.014 y me acercaba a Cabezón de la Sal a recoger mi dorsal para la maratón de los 10.000 del Soplao. El ambiente es tremendo, un montón de gente se agolpa en la feria, ojeando los stands y recogiendo sus dorsales. El mío es estupendo, un número bajo, y con texto personalizado, podría pasar perfectamente por un pro que esta invitado a la carrera.

Who am I? I'm a champion!
Llega el gran día, me levanto a las 6:30 para desayunar. Llamo a David, pero se cae de la lista, el mal tiempo le echa para atrás. Aparco en Cabezón sobre las 7:15 junto a Alberto, a unos 3 kilómetros de la salida, que hacemos a trote para calentar un poco. Llegamos a la zona de salida, me meto a un portal para llamar a Marta y le digo que todo esta bien. Los nervios van in crescendo,  y salen las bicis. Nos toca esperar 15 minutos hasta que todos están en ruta.
AC/DC esta sonando, y por fin nos atruena la traca que da comienzo a la maratón. Nos apretamos las manos y nos deseamos suerte.
Alberto sale rápido, y yo voy a mi ritmo, le veo alejarse, pero no quiero cometer el error de forzar al principio, la carrera es larga y hay que dosificar. Los primeros compases discurren por las calles de Cabezón, repletas de gente en ambas aceras. Pronto entramos en la nacional, hasta llegar al asador Foramontanos, que dejamos a nuestra izquierda para subir un durísimo repecho. Toca andar, pero sin bajar el ritmo, paso a paso voy adelantando gente. Así hasta llegar a la antena, donde se crestea durante un buen rato, en fila india, lo que me permite seguir en pelotón sin cansarme demasiado.

¿Quién dijo miedo?
En el kilómetro 5 aproximadamente se agolpa la gente, uno de los momentos espectaculares de la carrera, el temido cortafuegos, estoy arriba y oigo gritos ¡Asistencia, asistencia! Joder, debe estar complicado, pero tras los primeros pasos compruebo el grip de mis Salomon, la tierra agarra, así que le echo huevos y bajo decidido. La mayoría de la gente está tratando de bajar pisando hierba, pero yo voy por el centro de la pista, que está prácticamente libre, lo que me permite adelantar posiciones. Son 800 metros brutales.
Una vez abajo bebo de mi Powerade y llamo a Marta. “Si, si, ya estoy abajo, ningún problema”. Antes de ponerme a correr me detengo un instante y echo la vista hacia atrás, la imagen es impresionante, una hilera de hormiguitas de colores es lo que veo antes de reanudar la marcha.

Una última mirada atrás...

Tras cuarto de hora llego a la nacional, se oye a la gente animar. Estoy en Ruente, cojo una lata de Aquarius sin detenerme y voy dando sorbos poco a poco. Cruzo la fuentona y atravieso el puente, la gente se aglomera y los aplausos y vítores te llevan en volandas.
Es el kilómetro 11 aproximadamente, y me toca afrontar uno de los momentos más duros en el aspecto psicológico. Sé que viene una larga subida en zigzag, que me quedan 36 kilómetros para llegar y que la parte que conozco está llegando a su fin.
Al poco me encuentro con un compañero de la universidad, haciendo el recorrido inverso en bici, un poco de ánimo y a seguir hacia delante. Una cara conocida, algo es algo, pues fue la única que vi, incluso al llegar a meta.

Llego a la casa del monte de Ucieda, el kilómetro 18, y aprovecho para recargar el bidón, tomar unas naranjas y una barrita energética. A partir de ahora terreno desconocido. Atravieso la campa y hay un desvío a la derecha, una ligera ascensión que da paso a parte del recorrido de la Ruta de los Puentes (que podéis encontrar en una entrada anterior). Se trata de una zona estrecha y bastante rápida, con un sendero que hay que atravesar en fila india. Me engancho a un grupo y voy a buen ritmo, pero el terreno cambia, y el barro hace acto de presencia, lo que ralentiza al grupeto en exceso. No hay tiempo que perder, salgo de la trazada para adelantar y continuo mi camino.

Al poco atravieso una zona de bosque, tras la que se encuentra una tachuela muy dura, son unos 300 metros de desnivel muy pronunciados, el pelotón asciende por donde puede. La gente va justa de fuerzas y se comienza a comentar el ascenso al Toral. De momento voy bien y puedo adelantar bastantes posiciones. Una vez finalizado el ascenso se pasa por otra zona de bosque, y al salir, se ve a lo lejos el Toral, un coloso descomunal. Discurre el kilómetro 29 y aprovecho para tomarme un gel energético.

Recorro la distancia que me separa del Toral a un ritmo relajado, hay que reservar fuerzas para el ascenso y la parte final. A medida que gano metros el gigante cobra fuerza, hasta que llego a sus pies. Encorvo la espalda y echo las manos a los muslos para subir a un ritmo lento pero constante, la pendiente es muy dura. Al rato alcanzo un falso llano que parecía la cumbre, pero es tan solo una ilusión en mitad del camino. Aprieto los dientes y continuo mi ascenso. Ya se oyen los gritos de ánimo en la cima, un último esfuerzo y estoy arriba. Me permito la licencia de andar un par de minutos para reposar, pero no conviene acomodarse, así que reanudo la carrera por el verde.

 Al cabo de un par de kilómetros comienzo a sentir ligeros latigazos en los gemelos, los temidos calambres. Me veo obligado a andar durante 500 metros, durante los cuales aprovecho para tomarme mi último gel energético. Es el kilómetro 35, se puede hacer muy larga la parte final. Por fin me decido a correr de nuevo, a un ritmo lento y dubitativo, parece que las piernas responden y puedo seguir tranquilo.  Al poco llego al último punto de avituallamiento, donde aprovecho para deshacerme de los desperdicios, y reponer el bidón.

Prosigo la marcha y coincido con un corredor de la ultra, el público le comenta que va duodécimo, constantemente pregunta cuánto le queda para llegar. Está desquiciado porque unos le dicen que 7, otros que 8 ó incluso más. Lleva recorridos más de 100 kilómetros y en cuanto comienza la bajada me deja atrás. Yo tengo dolores en los cuádriceps y tengo que bajar el ritmo. El descenso a Mazcuerras se vuelve infernal, unos 400 metros que suponen un suplicio debido al dolor, durante esta parte me adelanta bastante gente. Pero todo tiene un fin, y ese pequeño trecho deja paso a un camino de asfalto que atraviesa un parque. Se comienza a ver más gente, y ya se intuye el final de la prueba, unos 4 kilómetros aproximadamente, que recorro muy justo de fuerzas.

Perfil de la prueba
 Tras 6 horas, 34 minutos y 13 segundos cruzo la línea de meta, el ambiente en Cabezón es espectacular y la satisfacción me embarga. Todas las dudas se han disipado, puedo dar este reto por concluido, y con buena nota. Pero no hay que dejarse llevar por la emoción del momento, es tiempo de reflexionar para evaluar el abanico de posibilidades y estudiar qué nuevo reto afrontar.

Mirando el reloj, y no sé ni dónde aparqué el coche...
 Esta crónica se puede dar por finalizada pero permaneced atentos ya que próximamente publicaremos una nueva crónica desde el punto de vista de un top 25.





2 comentarios:

  1. Un buen relato para un esfuerzo muy importante, se nota la satisfacción de una carrera que por lo que dicen todos en la piscina de Orlando es un troncha piernas brutal.
    Felicidades

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  2. El que quiera propaganda que la pague, Salomon, Aquarius, sin embargo dices "gel energético", es que esos no ta han pagado por decir la marca?.

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