El domingo del 23-F lo celebramos
con mi familia política, o pegados, como algunos dirían, en un lugar especial,
el Hipódromo de la Zarzuela. La verdad que a mi me hacía bastante ilusión, me
llamaba la atención, por películas como Un día en las carreras, de los hermanos
Marx, o Atraco perfecto, de Stanley Kubrick.
Tras un buen rato en el coche,
pues el hipódromo queda bastante lejos del centro, accedimos al parking. En un
principio parecía que estaba vacío, pero cuanto más nos acercábamos a la
entrada, los huecos disminuían, y es que la expectación que generaba la primera
carrera de la temporada de primavera era bastante elevada.
Cada uno de nosotros pagamos los
correspondientes 5€ para entrar, un precio bastante ajustado, si se tiene en
cuenta que el espectáculo dura alrededor de 3 horas. Junto con la entrada te
entregan un programa de la carrera, en el que podíamos consultar las 6 carreras
de la mañana, los caballos favoritos y demás información que iremos desgranando
poco a poco.
En cuanto me entregaron el
boletín y lo abrí para echar un vistazo, un nombre llamó mi atención, como
susurrándome al oído: “voy a ser el campeón”, se trataba de TAPÓN DE ORO,
nombre elegante y sugerente, digno de un pura sangre árabe capaz de sacar un
cuerpo a su rival más directo.
Tras ojear el programa, nos
dirigimos al paddock, la zona en la que se muestran los caballos dando un par
de vueltas, y luego montan los jockeys, para que el público pueda decidir cuál
le gusta más para posteriormente apostar por él, o por quien se tercie.
A continuación, nos dirigimos
hacia una de las taquillas para realizar nuestras apuestas, el mínimo de 1€ por
Alamares y Olivenza, unos medianías, que no llevaban muchas ganancias
acumuladas en las últimas carreras, pero que podían dar unos dividendos
atractivos. Con nuestro boleto en la mano, nos fuimos a la grada, donde dicho
sea de paso, para ser invierno, el sol calentaba de lo lindo.
Con el campanazo de salida daba
comienzo la primera carrera, 1.800 metros, la verdad que no se veía mucho, pues
comenzaba en la lejanía, y hasta la primera curva apenas se veía. Teníamos que
seguir el paso de los caballos por una pantalla gigante, pero en la recta de
tribuna vimos como los jockeys usaban la fusta para exprimir a sus montas, y el
público se ponía en pie jaleando por sus apuestas. Victoria para Al Galop, uno
de los favoritos, por quien había apostado nuestro sobrino de 3 años.
A lo largo de la mañana se fue
sucediendo el mismo ritual, observar a los caballos, apostar y carrera. Euro a
euro se dilapidaba nuestro monedero con apuestas que no iban a ningún lado,
Charlito y Macatú en la segunda, Kurdo y Spagnolo en la tercera, Jevenese y
Jokan en la cuarta… Bueno, Marta consiguió un colocado que le sirvió para
recuperar un poco, y los demás también se habían llevado alguna alegría, pero
yo estaba en blanco todavía.
Pero era mi momento, llegaba la
quinta carrera, y seguro que lo recordaréis, TAPÓN DE ORO iba a entrar en
escena, fui al paddock a ponerme en primera fila y allí lo ví, con el número
uno, que majestuosidad, que brío, que porte… todo un campeón, llevaba más de
10.000€ acumulados en premios y sus últimas actuaciones habían sido un primer y
un segundo puesto.
Así que decidí tirar la casa por la ventana y apostar 2
eurazos a mi campeón. A continuación buscamos un sitio privilegiado en la grada
y con gran tensión nos dispusimos a observar el evento. Allí salían al galope,
mi Tapón iba en un discreto quinto puesto, pero hasta la recta final no se
decide nada, iban pasando los metros y ya los teníamos enfrente nuestro, no
podía dar crédito, el campeón no respondía y se quedaba en un tercer puesto,
toda mi ilusión se iba al garete.
Ya en la última carrera apostamos
por Helsinki y Saduceo. El primero no tomó la salida, pues estaba bastante
nervioso, y Saduceo era el peor de todos, una apuesta a la desesperada para
intentar no irme de vacío, como era lógico, quedó el último…
Me iba sin haber ganado ni una
sola apuesta, y eso que por mi parte, copié a una “experta” en carreras de
potros y potrancas en la segunda, que no atinó ni uno. Por otro lado, Antonio
que escuchó un chivatazo a unos señores por móvil, tampoco tuvo mucha suerte.
Pero aunque me iba de vacío, pude
posar de modelo para una revista especializada, quien sabe, si compráis el
próximo número de A Galopar, quizá salga en portada…
Que le vamos hacer las corazonadas son eso corazanadas y el papel cuche que dan en el hipodromo es eso papel, en fin un mediodia en las carreras....
ResponderEliminarTe sobra algo de altura, pero de peso andas bien; sino Carudel se hubiera tenido que dedicar a vender pipas en el hipódromo.
ResponderEliminarLa próxima vez preguntas que a quien le toca ganar, a mi lo de las carreras de caballos no me huele bien, y no es debido a las caquinas que sueltan los equinos.
Ese "sino" no me convence mucho, lo mio es la geometría aplicada
ResponderEliminarYo te entiendo, David!!!. El objetivo no es solo ganar; es ganar más que los demás, o ganar y que los demás pierdan!! XDD
ResponderEliminarNo se puede dilapidar los euros de esa manera
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