sábado, 6 de septiembre de 2014

20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

Tras el fin de las vacaciones y de la jornada de verano estaba un poco desanimado, pero vuelvo a la carga para contar la experiencia que ya os anunciábamos hace un mes en nuestra anterior entrada Aventura Submarina. Se trata de nuestro bautismo de buceo.
Habíamos reservado plaza para 4 personas el sábado 23 de agosto, con la empresa Mouro Sub, situada en el polígono de Raos, al final del espigón (hacemos publicidad porque han sido muy simpáticos, nos han tratado muy bien, y como podéis comprobar volvimos sanos y salvos).
Nos presentamos allí los cuatro valientes, Carla, Flipi, Marta y yo un cuarto de hora antes, tiempo que aprovechamos para otear la tienda e inscribirnos (nº tfno, persona de contacto en caso de accidente, etc.) y al rato nos hicieron entrega del equipo para cambiarnos en el vestuario.
Botines y traje de neopreno, de 5,2 milímetros, que al salir al sol hacían que nos cociéramos poco a poco, un día inmejorable para la práctica del buceo.
Nos juntaron a todos afuera, unas 16 personas para bautismo de buceo y unos pocos más que hacían salida por su cuenta para explicarnos unas nociones básicas del funcionamiento del equipo y de medidas de seguridad, aunque una vez en el agua son ellos quienes manejan el chaleco y demás instrumentos.
Una vez finalizadas las explicaciones nos montamos en la lancha, surcando las aguas de la bahía con nuestro destino en el horizonte, la isla de Mouro. A medida que nos vamos acercando los nervios aumentan, y el calor es tal que las gotas de sudor traspasan el traje, muy al estilo Camacho en la selección.
Por fin llegamos, fondeamos y las chicas deciden lanzarse en primer lugar al agua, no quieren prolongar durante más tiempo la agonía de la espera, así que las ayudan a ponerse el lastre, chaleco, aletas, botella y regulador, y chaf! al agua de espaldas. Observamos la maniobra desde la zodiac bajo el calor abrasador, deseando que llegue nuestro turno. Al poco veo a Marta en la superficie junto a la proa de una de las lanchas, un instructor la está diciendo algo, me da la sensación de que no se encuentra muy a gusto, pero parece que se decide y se sumerge.
Ha pasado poco más de media hora y las primeras personas que se lanzaron vuelven del fondo marino, así que quedan equipos libres para nosotros. Nos ayudan a ponernos todo el equipamiento y por fin impactamos contra el agua. Estoy acostumbrado a respirar por la boca con el snorkel, pero el aire de la botella parece más fresco. Voy nadando poco a poco hasta la proa, donde me agarro al cabo del ancla y comienzo a descender lentamente mientras aplico la maniobra del Valsalva.
Cuando hemos descendido unos dos o tres metros aproximadamente el monitor me indica que me suelte, así que comienzo a bucear mientras él desde detrás va manejando el chaleco.
La claridad bajo el agua es absoluta, comienzo a divisar peces y a pasar a su lado, sorprendentemente si no tratas de cogerlos no se inmutan, y siguen su trayectoria como si nada. De vez en cuando me señala alguno digno de ver, o directamente desinfla el chaleco para descender a ver algo. A pesar de que voy sujeto, no noto nada y la sensación de libertad es total.
Al cabo de un rato comenzamos a seguir a Flipi, la monitora ha abierto un erizo de mar y los peces han ido a comerse el interior vorazmente, una lástima haber llegado al final del espectáculo. Vamos detrás de ellos, pasando entre una especie de garganta para finalmente subir a la superficie.
Lo primero es quitarse el lastre, botella, chaleco para finalmente subir a la zodiac. Arriba está Carla, quien no tiene muy buena cara, y al poco llegan Flipi y Marta, que debido a su miedo inicial se ha tirado el tiempo de dos personas para bajar, vaya suerte! Y encima ha podido ver un cabracho!
Ha sido realmente una experiencia impresionante, la sensación de respirar bajo el agua observando las maravillas del fondo marino.
Si hubiera que poner pegas en primer lugar he de mencionar la sensación de dolor en los oídos, quizá fuera porque no realizamos adecuadamente la maniobra de Valsalva, pero el dolor abajo del todo era molesto, y la sensación una vez estás fuera no es muy agradable. Y en segundo lugar, el precio, son 60€, que inicialmente  parecen un poco caros pero que si te paras a pensar, te están alquilando el equipo, rellenando la botella, llevando en una zodiac con un monitor solo para ti y ofreciéndote una experiencia inolvidable con lo que ese precio se queda bastante ajustado.

Asi que, como dijo Schwarzengger en Terminator, volveré!

1 comentario:

  1. muy buena entrada! yo me agobié en una piscina... así que lo del mar para los valientes :) Bss. Ana

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