En 1934 Jesús Díez Rábago y
Emilio García Díez tuvieron la idea de salir a controlar las lindes en el valle
de Campoo por el terreno que hoy conocemos como la Herradura de Campoo, y cuya
principal característica es el ascenso a 10 picos por encima de los 2.000
metros de altitud.
Ahora, 80 años más tarde y a modo
de homenaje, se ha celebrado el primer Trail Herradura de Campoo, con varias
modalidades, por etapas, 32 km., y ultra de 55 km., modalidad esta última en la
que he tenido ocasión de participar.
Poco más de 100 personas nos dábamos
cita a las 6 de la mañana en el Campo de las Nieves, en el pequeño pueblo de
Celada de los Calderones para tomar la salida. Yo estaba allí, acompañado de
img, con los frontales encendidos y los chips activados en el control, preparados
para la gesta.
Arrancaba la prueba con un ritmo
ligero, dejando atrás las pistas de Celada, y atravesando los pueblos de Naveda,
Serna y Soto por senderos. Tras este último pueblo comenzaba una ligera ascensión
por camino de tierra, donde perdí el chip al guardar el frontal, pues ya se había
hecho de día. Me di cuenta unos 300 metros más adelante, y tenía que desandar
mis pasos para tratar de buscarlo sin fortuna.
De mal humor retomo la ascensión,
acompañado de 2 personas que habían acudido a la quedada de reconocimiento unas
semanas atrás.
Hacia el kilómetro 8
aproximadamente llegamos al primer avituallamiento, en el alto de Palombera,
donde comento la incidencia y me dicen que lo tiene la organización, y que lo
ha llevado en la moto al primer control.
Con energías renovadas tras la
buena noticia me pongo en marcha pletórico, momento que aprovecho para tomar
unas fotos entre la niebla y con el precioso amanecer.
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Amanecer entre la niebla |
Pero se ha acabado la parte fácil
de la carrera, hay que seguir el estacado, para ascender al pico Liguardi, un
poco por debajo de los 2.000 metros. y volver a descender por campo de hierba
para afrontar un escollo muy duro, el Cordel, donde recupero mi chip que ato en
la muñeca, y desciendo por los lanchales de piedras con precaución.
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Bancos de niebla al fondo |
A estas alturas el desnivel
positivo superado es de la mitad, y lo acuso con una ligera molestia en la
rodilla derecha.
A partir de aquí viene una sucesión
de picos, en un constante sube y baja que me pasa factura. Pico Iján, Peña Cuencaguen
y Cueto de la Horcada, punto donde descendimos en el reconocimiento, pero que
el día de la carrera había que continuar recto. Afortunadamente habían
apuntalado una cuerda a modo de línea de vida, pues se trata de un punto
bastante delicado. El camino entre piedras se vuelve peligroso y hay que estar
muy atento.
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Selfie, o autofoto de toda la vida |
Al poco me encuentro con otro de
los puntos clave, del que ya había oído hablar, el Paso de la Muerte, encordado
durante todo el año, por el extremo peligro que conlleva. Agarrado a la cuerda
y con mucha precaución, dejas el abismo a tu derecha para ascender un duro
camino de rocas que da paso al Bóveda.
La molestia ha incrementado, y ya
casi no puedo correr en las bajadas debido al dolor. Tras avanzar durante unos
500 metros me encuentro a Alberto, quien me indica por donde debo continuar. Se
trata de una zona un poco mal señalizada (a mi gusto como toda la carrera) y
afronto la subida al Cornón, tras la bajada llego el tercer avituallamiento, en
la fuente del Chivo. Ahí me insta a comer, pues aunque en estas lides el estómago
se cierra, es necesario meter alimento para aguantar y evitar los calambres.
Son las 11 de la mañana
aproximadamente y aprovecho para llamar a Marta (que no se había despertado
todavía). Tras el merecido descanso continuo el ascenso, con el Pico Tres Mares
al frente.
En el Tres Mares no llegamos a la
cima, y tras un giro a la izquierda, cambiando el sentido de la carrera hasta
el momento, se pierde un poco de altura. El descenso es bastante pronunciado, pero
apenas puedo correr en la bajada y me lo tengo que tomar con calma. A estas
horas del día, el sol comienza a calentar.
En este punto voy totalmente en
solitario, no veo a nadie por delante, pero preocupantemente tampoco veo a nadie
por detrás. Se que no voy en última posición, pero no me debe faltar mucho.
Un nuevo ascenso, bastante técnico
y en mi opinión, nuevamente peligroso, para dar cuenta de El Castro, Cuchillón y
Cotomañinos. A partir de aquí aligero el ritmo todo lo que mis piernas me
permiten, pero llega un punto clave en la prueba. Los kilómetros pesan, y tras
7 horas y media y apenas 37 kilómetros el GPS no responde. En el último
avituallamiento me comentan que solo me queda el Sestil, un duro ascenso, tras
el cual se abandona la cota de los 2.000 metros. A partir de aquí todo bajada.
Se que el avituallamiento de los 40 kilómetros está cerca, y aprovecho para
llamar nuevamente a Marta, quien en vez de animarme me insta a abandonar. ¿Dónde
estás? Que subo a recogerte! Pero salvo catástrofe, esa palabra no está en mi
vocabulario, decido continuar tras abandonar el avituallamiento. Isotónico,
gel, chocolate y plátano.
Estoy en la parte final, una zona
llana, en la que puedo correr todo lo que me permite el cansancio, y hacia el
kilómetro 42 el GPS vuelve a la vida, lo que me permite controlar las
referencias. A partir del 45 comienza una larga bajada, que he andar, y donde
me adelantan más de 10 personas.
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Bajando hacia la meta |
El recorrido bordea la meta, y se
distinguen los altavoces con la música y el speaker de la meta, pero aún me
queda un largo trecho, que completo aproximadamente en una hora.
Finalmente, consigo cruzar la línea
de meta tras 10 horas y cuarto.
Ni Forrest Gump... |
A modo de comentario quería añadir las impresiones sobre la carrera.
ResponderEliminarNo he hecho más que leer alabanzas hacia la organización, y en mi modesta opinión y bajo mi experiencia no puedo sino expresar mi desagrado.
En primer lugar, la pérdida del chip, vale que es torpeza mía, pero debido a un sistema arcaico, el chip integrado en el dorsal es bien sencillo y cómodo.
En segundo lugar, la señalización bastante escasa. En puntos peligrosos no había personal de la organización. De acuerdo que te obligan a llevar móvil y manta térmica para las emergencias, pero dado que no exigen experiencia apuntarse, los más torpes quizá nos pudimos sentir un poco inseguros.
Ya en meta me quedé sin la herradura de finisher, que no entiendo, pues sí tienes apuntadas 400 personas, y siempre hay abandonos no me salen las cuentas.
Y en último lugar, pero no menos importante, tampoco pude comer, pues habían cerrado la cocina, y eso que entré dentro del tiempo de cierre. Vamos, un desatino.
Y sí, el paisaje es espectacular, pero eso no es mérito de la organización.
A ver si el año que viene mejoran la organización porque el paisaje es inmejorable
ResponderEliminarSe te está poniendo cara de marroquí.
ResponderEliminarDebe ser sólo la cara, porque los tiempos no son de marroquí...
EliminarPara hacer tiempos de marroquí aparte de tener la cara, hay que haber pasado hambre, y ese no creo que haya sido tu caso.
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