jueves, 12 de marzo de 2015

UNA GURRIANA ACCIDENTADA

Desde el 22 de Noviembre hacía que no publicaba una entrada en el blog. Hemos vivido desde entonces un cambio de año, hemos cumplido un año de blog (que lógicamente ha pasado desapercibido), hemos comido en numerosos restaurantes, algunos conocidos, y otros nuevos, pero no hay nada como el comienzo de la temporada de trail para animarse a escribir. Así que aquí estoy de nuevo para relataros la experiencia vivida este 8 de marzo en Carrejo, en la primera edición de la Gurriana Trail.

Me había apuntado con un compañero de trabajo para hacer la GT 40, que ronda los kilómetros propios del título, mientras otros dos compañeros de entrenamiento, L e I, se habían apuntado a la GT 20. Allí nos reuníamos poco antes de las 9 de la mañana, hora en que comenzaba el evento.

La prueba comenzaba puntual y sonaba Queen de fondo para animar al personal mientras recorríamos los primeros metros por la recta de Cabezón, muy similar el recorrido al inicio del Soplao. Nunca se me olvidará la imagen del compañero con una taza colgando de la mochila (parte del material obligatorio, vaso plegable) cual legionario en Melilla, y no se trata de una canción de Sabina.

Los primeros kilómetros los realizamos a un ritmo pausado, pues se trata de una parte muy dura, y a pesar del buen clima que había imperado desde el jueves, parte del terreno estaba embarrado, y había riesgo de caída. En el kilómetro 5 en vez de bajar por el temido cortafuegos, se sigue de frente, cumbreando durante 7 kilómetros más, para posteriormente comenzar un prolongado descenso. Llegamos al avituallamiento del kilómetro 17, donde hicimos una parada para reponer líquidos y descansar dentro de lo que cabe.

Avituallamiento km 5
 A continuación nos metimos en una zona boscosa, llena de ramas caídas y muy embarrada, que se hizo un poco pesada. Al poco comenzó un fuerte descenso, por un terreno muy árido y arenoso, lleno de pequeñas piedras. Ahí comenzó mi declive, pues empecé a notar un ligero dolor en el talón del pie izquierdo, que iba incrementando poco a poco. A pesar de ir bajando, iba mucho más lento que antes, la distancia entre ambos se iba incrementando. Sufriendo llegué al avituallamiento del kilómetro 22, en el pueblo de Bustriaguado, donde nada más llegar me ofrecieron para comer y beber, pero lo primero que hice fue quitarme la playera para sacar esas piedras que me estaban molestando. Al retirar también el calcetín pude ver la gravedad del asunto, se me había formado una ampolla que ya estaba en carne viva. La cara de los asistentes era todo un poema, casi peor que la mía, me atrevo a decir.
Mientras me atendían en la ambulancia para una cura de urgencia tenía que tomar una decisión, si tratar de continuar otros 5 kilómetros hasta el próximo avituallamiento o la temida retirada. No sé que me ayudó a tomar la decisión, si la bronca de la M al llegar a casa en caso de continuar, si fue el escozor en la ampolla mientras me curaban o un asomo de buen juicio para descansar en vistas a pruebas futuras.
Mira que a mí me gusta apelar a la épica, y que los que hacemos esto disfrutamos sufriendo, pero el caso es que opté por la retirada para no agravar más la herida. En fin, otra vez será.
Argh! Qué dolor
 Desde aquí quiero mandar un saludo a Isma, y desearle una pronta recuperación.

Y mi enhorabuena a Alberto, que quedó 4º en el Trail de Castillo Pedroso que se celebraba el mismo día.

Resumen de la actividad

2 comentarios:

  1. El relato triste del guerrero, pero una vez resuelta la herida, otra vez a la guerra.

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  2. Y con lo mayor que es no aprende

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